El nombre de nuestro Jardín tiene un gran significado que define como es su orientación. Desde antes de su venida al mundo se identifica a Cristo con el sol:
“Nos visitará el Sol, que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte para guiar nuestros pasos por el camino de la paz “.( Cántico de Zacarías, Lc. 1,68-79 ).
La luna también ilumina pero no con luz propia, refleja la luz del sol. La luna representa a la Virgen María así como el sol a Cristo. Cristo la hace participar de su misión: iluminar y guiar el camino
hacia el cielo.
La Biblia la prefigura así :
“¿Quién es esta que va subiendo cual aurora naciente, hermosa como la luna?” Cant.VI, 9 .
La luna es blanca, pura, bella. ¿Quién es Doña Luna? Doña luna es la Virgen María, el nuestro es un Jardín de Infantes consagrado a la Virgen María, de confesión católica, apostólica, romana.
Los fundadores y responsables del jardín son Fernando Braconi y Soledad Lage, un matrimonio con 3 hijas y con una definida vocación docente.
Fernando es Ingeniero agrónomo y Soledad Profesora de Ciencias Religiosas quienes han centrado los esfuerzos en la selección y capacitación del personal directivo y docente que se identifican plenamente con las metas y objetivos trazados.
Los padres como primeros educadores, forman parte de la Comunidad Educativa preocupados y ocupados en la educación de la primera infancia de sus hijos, nuestros alumnos.
Es muy importante que las actividades se desarrollen en un clima de gozo y afecto, acogedor y seguro, pero sin sobreprotección ni consentimientos negativos.
Tratamos que el niño se sienta, tranquilo, querido y valorado , “ No solo hay que amar a los niños, ellos deben sentirse amados” ( Don Bosco ). El vínculo con el educador debe ser cálido y personal.
Desde el afecto educamos en las normas para respetar las reglas y afianzar hábitos.
Educamos primero por lo que somos, después por lo que hacemos y por último por lo que decimos. Por eso consideramos sumamente importante la coherencia de lo que se dice y de lo que
se es, pues los valores hay que encarnarlos para que los chicos los perciban e incorporen.
La propia actividad del niño es fuente principal de aprendizaje. Motivado por el maestro el niño hace algo que le interesa ( es su fin ), pero el docente sabe para qué, cómo, cuándo y qué aprende.
El juego es la herramienta fundamental para que desarrollen su curiosidad, compartan, reafirmen los hábitos y comprendan la importancia que el “otro” tiene para cada uno.
El jardín con su granja, su huerta y su entorno natural privilegiado es el mejor lugar para que los niños descubran en la naturaleza la obra creada por Dios Padre en la que pueden experimentar, conocer, divertirse y aprender.
Es por eso que la misión fundamental del maestro es observar atentamente y descubrir en cada chico sus potencias propias y originales y ayudarlo en su desarrollo, evitando estructurar a cada niño según la característica más sobresaliente, sino buscando un desarrollo armónico de todas sus capacidades.
El espíritu del Jardín de Infantes siempre estuvo bien definido: trabajar aprovechando al máximo los recursos de la naturaleza y vivir la fe como algo natural, cotidiano, y el gran desafío es que los niños puedan vivir lo sobrenatural con total naturalidad y simpleza.
“La familia es insustituible en le educación”.